sábado, 14 de septiembre de 2013

Capitulo 1

Era una mañana de invierno, Tassha corría de un lado a otro buscando un lápiz y un borrador, era su examen de admisión, y aunque no quería mostrarse nerviosa frente a su familia, por dentro solo podía pensar en que no iba a ingresar. 
Salió junto a su mamá hacia la universidad, en el camino sentía como su estómago se contraía de nervios y sus uñas eran la que sufrían las consecuencias. Cuando llego todo paso tan rápido, paso su huella en la entrada, busco el salón que le tocaba y sin darse cuenta ya estaba sentada con el examen por comenzar.
Empezó la primera parte, letras, tema que dominaba bien así que termino rápido y puedo observar tranquilamente a los demás postulantes. A su lado, un chico alto de cabello ondulado y ojos marrones adornados por un par de lentes, leía apresuradamente su hoja mientras movía el lápiz entre sus dedos, marcaba la pregunta y pasaba a la siguiente sin percatarse de que alguien más lo observaba. Tassha lo vio tan concentrado que le causo aún más nervios. La segunda parte comenzó con matemática y ahí si no podía darse el lujo de ver hacia otro lado, el tiempo pasaba más rápido que antes como si jugara en contra de los postulantes, que sin parar rellenaban sus cartillas de respuestas.
El timbre marco el fin del examen, las hojas fueron recogidas y Tassha seguía en su sitio sentada sin saber qué hacer, su mente divagaba entre las respuestas que creía haber errado. Fue mientras pensaba en un par de respuestas dudosas cuando el mismo chico que estaba a su lado la miro, y como si se conocieran de toda la vida, le pregunto cómo le había parecido el examen. Comenzaron una charla sobre las preguntas que ambos recordaban y las carreras a las que querían ingresar. Él se llamaba Giaccomo y pensaba entrar a Finanzas. Después de intercambiar números ambos tomaron su propio camino; por su parte, Tassha regreso a casa a esperar los tan ansiados resultados.
Sin pensarlo ya eran las seis, Tassha entro a la página donde se publicarían los resultados, ingreso su código y contraseña. y mientras la página cargaba solo podía pensar en lo peor, tapo sus ojos con una mano para no ver lo que decía y luego pasándola a la pantalla la iba bajando poco a poco, una letras en negrita hicieron su aparición “INGRESÓ”, esas siete letras la hicieron tan feliz, se convertiría en la mejor economista del mundo, era su sueño. Mientras gritaba que había ingresado y recibía las felicitaciones de su familia, escucho como en medio de todo el alboroto su celular sonaba, sin ver el numero contestó, aun con la sonrisa en su rostro y un par de lágrimas de felicidad viajando rebeldes por sus mejillas, era Giaccomo que la llamaba para contarle que había ingresado, al otro lado de la línea también escuchaba gritos de alegría, se felicitaron mutuamente al saber que al menos los primeros dos años los llevarían juntos.
Los días pasaron más felices, más tranquilos sabiendo que ya había dado el primer paso. Sin esperarlo termino hablando con Giaccomo casi todos los días, preocupados por lo que venía ahora. Se encontraron más de una vez y sin  pensarlo se hicieron amigos.
El años quedo atrás y uno totalmente nuevo empezaba para los nuevos cachimbos, que llegaron juntos a su primer día de clase, estaban en el mismo horario, lo que les alegro pues así conocían a alguien más. En su primera clase no sabían que esperar, filosofía era a primera hora. Tassha no conocía a nadie más que a Giaccomo, así que se sentaron juntos, el profesor entro y empezó la clase. Para cuando terminó salieron riéndose, la clase era entretenida y Danilo, el profesor, era de lo más gracioso; dos veces habían tenido receso para tomar algo y habían escrito las primeras páginas de sus cuadernos nuevos. La segunda clase era Matemática 1, el profesor serio y renegón los esperaba ya en el salón, nadie hablaba y solamente escribían lo que él ponía en la pizarra, sin introducciones o chistes.
Llego el momento de irse, Tassha que debía irse rápido se despidió de Giaccomo hasta el día siguiente. Avanzaba apresurada por llegar a las salida, caminando entre los talleres de arte que parecían un laberinto, cuando está a punto de salir al camino principal un chico se cruzó en su camino impidiéndole el paso.
-Hola Tassha, tenía muchas ganas de hablar contigo- dijo el extraño, alto y todo vestido de negro. Tassha no entendía como conocía su nombre si ella no lo había visto nunca en su vida.
-¿Cómo sabes mi nombre?- fue lo primero que salió de los labios de la asustada muchacha, mientras vagaban sus ojos para ver si había alguien que pudiera sacarla de tan incómoda situación.
-Yo lo es todo de ti, te he observado y me gustas mucho- el muchacho comenzó a acercarse peligrosamente mientras ella retrocedía hasta chocar contra la pared, no tenía más escapatoria. Sus manos inmóviles sin poder moverlas por el terror de lo que le pudiera hacer ese desconocido. Las manos de él empezaron a acariciar su rostro suavemente como si no se decidiera, hasta que al parecer su  conciencia perdió y apoyando un brazo junto a la cabeza de Tassha para impedir que huya, la tomo por la cintura para acercarla más a él para después intentar besarla a la fuerza. Entre forcejeos, caen al piso, Tassha quedando debajo aun gritando que por favor no lo hiciera.
Cuando estaba a punto de darse por vencida, escucho una voz que reconocería en cualquier parte y comenzó a gritar con ganas renovadas, pidiendo auxilio. Era la voz de Giaccomo, la que había escuchado a los lejos, que apenas escucho los gritos se acercó a ver que ocurría. Cuando llego donde estaba Tassha, la encontró en el piso con un chico encima de ella; la rabia nublo sus sentido y lo cogió por el polo levantándolo en el aire, y sin pensar ni siquiera en quien era aquel desgraciado comenzó a golpearlo una y otra vez, con más fuerza.
Tassha aún estaba en el piso conmocionada por lo que acaba de ocurrir, nunca pensó que eso podía ocurrirle justo a ella. Cuando por fin pudo reaccionar, frente a ella Giaccomo golpeaba a ese ser despreciable, pero aunque se lo merecía no podía permitir que su amigo siguiera golpeándolo de tal manera. Se acercó a Giaccomo y comenzó a pedirle que parara, que no valía la pena. Él escucho sus palabras y después de atinarle un par de golpes al sujeto lo dejo tirado y se volvió hacia donde estaba Tassha.
-¿Estas bien? ¿Te hizo algo?- pregunto Giaccomo mientras la observaba buscando alguna herida visible.
-Sí, no llego a hacerme nada, todo gracias a ti- respondió entre lágrimas Tassha, mientras era acogida por los brazos de su salvador.
Ambos salieron juntos y desde ese momento Giaccomo no la dejaba sola, pensando que podría ocurrir algo semejante y él no estar ahí para ayudarla.
Al día siguiente de lo ocurrido, Giaccomo llego temprano a la Universidad para investigar quién era el que había buscado a Tassha el día anterior. Pregunto a un vigilante si habían encontrado a un chico golpeado cerca de los talleres de arte, alegando que era su amigo para que le dieran la información. Pero no consiguió que alguien le diera un nombre, nadie había sido encontrado y mucho menos herido.
Días después Tassha se encontraba sola en la cafetería esperando  que Giaccomo se encontrara con ella. Desde lo sucedido en Arte no había estado sin su compañía y ya era costumbre quedar siempre para almorzar juntos, o que él la acompañe al paradero.
Mientras esperaba leyendo un libro, un avioncito de papel llego a su mesa; levanto la mirada buscando quien había sido el que lo había enviado pero nadie parecía ser el autor del avioncito. Lo desdoblo lentamente y dentro encontró una nota: “Me las pagaras”, sabía perfectamente quien era y tenía miedo, no podía negarlo. Pero intentando ser fuerte se paró y boto el papel a la basura, no quería que su amigo Giaccomo se preocupara más, suficiente hacía con acompañarla siempre como para que también tuviera que estar solucionándole todos los problemas.
Las notas siguieron llegando sin que le cuente a nadie, siempre en clase de filosofía, pero nunca se atrevía a voltear por el temor de encontrarse con esos ojos negros que la habían asustado tanto, y lo seguían haciendo.
Un día mientras hacían un trabajo en grupo, lo vio sentado frente a ella como si nunca hubiera hecho nada. Giaccomo no lo reconoció, se había teñido el cabello de rubio, y ya no estaba vestido todo de negro. Fue entonces, mientras todo hablaban que se enteró quien era, Damon Cárdenas estudiante de Economía, igual que ella, compartían clases de filosofía e historia.

Tassha sabía que no podía hacer nada para detenerlo, la había asustado pero no había hecho mucho más, así que no tenía ninguna evidencia del ataque más que su propia palabra, pero no pensaba quedarse los cinco años aguantando sus amenazas, tendría que buscar una solución y lo más rápido posible.

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