Era una mañana de invierno,
Tassha corría de un lado a otro buscando un lápiz y un borrador, era su examen
de admisión, y aunque no quería mostrarse nerviosa frente a su familia, por dentro
solo podía pensar en que no iba a ingresar.
Salió junto a su mamá hacia la universidad, en el camino sentía como su estómago se contraía de nervios y sus uñas eran la que sufrían las consecuencias. Cuando llego todo paso tan rápido, paso su huella en la entrada, busco el salón que le tocaba y sin darse cuenta ya estaba sentada con el examen por comenzar.
Salió junto a su mamá hacia la universidad, en el camino sentía como su estómago se contraía de nervios y sus uñas eran la que sufrían las consecuencias. Cuando llego todo paso tan rápido, paso su huella en la entrada, busco el salón que le tocaba y sin darse cuenta ya estaba sentada con el examen por comenzar.
Empezó la primera parte,
letras, tema que dominaba bien así que termino rápido y puedo observar tranquilamente a los demás postulantes. A su lado, un chico alto de cabello ondulado y ojos
marrones adornados por un par de lentes, leía apresuradamente su hoja mientras movía
el lápiz entre sus dedos, marcaba la pregunta y pasaba a la siguiente sin
percatarse de que alguien más lo observaba. Tassha lo vio tan concentrado que
le causo aún más nervios. La segunda parte comenzó con matemática y ahí si no
podía darse el lujo de ver hacia otro lado, el tiempo pasaba más rápido que antes como si
jugara en contra de los postulantes, que sin parar rellenaban sus cartillas de
respuestas.
El timbre marco el fin del examen, las hojas fueron recogidas y Tassha seguía en su sitio sentada sin saber qué hacer, su mente divagaba entre las respuestas que creía haber errado. Fue mientras pensaba en un par de respuestas dudosas cuando el mismo chico que estaba a su lado la miro, y como si se conocieran de toda la vida, le pregunto cómo le había
parecido el examen. Comenzaron una charla sobre las preguntas que ambos
recordaban y las carreras a las que querían ingresar. Él se llamaba Giaccomo y
pensaba entrar a Finanzas. Después de intercambiar números ambos tomaron su
propio camino; por su parte, Tassha regreso a casa a esperar los tan ansiados resultados.
Sin pensarlo ya eran las
seis, Tassha entro a la página donde se publicarían los resultados, ingreso su
código y contraseña. y mientras la página cargaba solo podía pensar en lo peor,
tapo sus ojos con una mano para no ver lo que decía y luego pasándola a la
pantalla la iba bajando poco a poco, una letras en negrita hicieron su aparición
“INGRESÓ”, esas siete letras la hicieron tan feliz, se convertiría en la
mejor economista del mundo, era su sueño. Mientras gritaba que había ingresado
y recibía las felicitaciones de su familia, escucho como en medio de todo el
alboroto su celular sonaba, sin ver el numero contestó, aun con la sonrisa en
su rostro y un par de lágrimas de felicidad viajando rebeldes por sus mejillas, era Giaccomo que la llamaba para contarle que
había ingresado, al otro lado de la línea también escuchaba gritos de alegría,
se felicitaron mutuamente al saber que al menos los primeros dos años los
llevarían juntos.
Los días pasaron más felices,
más tranquilos sabiendo que ya había dado el primer paso. Sin esperarlo termino hablando con Giaccomo casi todos los días, preocupados por lo que venía
ahora. Se encontraron más de una vez y sin
pensarlo se hicieron amigos.
El años quedo atrás y uno totalmente nuevo empezaba para los nuevos cachimbos, que llegaron
juntos a su primer día de clase, estaban en el mismo horario, lo que les alegro
pues así conocían a alguien más. En su primera clase no sabían que esperar,
filosofía era a primera hora. Tassha no conocía a nadie más que a Giaccomo, así
que se sentaron juntos, el profesor entro y empezó la clase. Para cuando
terminó salieron riéndose, la clase era entretenida y Danilo, el profesor, era
de lo más gracioso; dos veces habían tenido receso para tomar algo y habían
escrito las primeras páginas de sus cuadernos nuevos. La segunda clase era Matemática
1, el profesor serio y renegón los esperaba ya en el salón, nadie hablaba y
solamente escribían lo que él ponía en la pizarra, sin introducciones o
chistes.
Llego el momento de irse,
Tassha que debía irse rápido se despidió de Giaccomo hasta el día siguiente.
Avanzaba apresurada por llegar a las salida, caminando entre los talleres de arte
que parecían un laberinto, cuando está a punto de salir al camino principal un
chico se cruzó en su camino impidiéndole el paso.
-Hola Tassha, tenía muchas
ganas de hablar contigo- dijo el extraño, alto y todo vestido de negro.
Tassha no entendía como conocía su nombre si ella no lo había visto nunca en su
vida.
-¿Cómo sabes mi nombre?- fue
lo primero que salió de los labios de la asustada muchacha, mientras vagaban
sus ojos para ver si había alguien que pudiera sacarla de tan incómoda situación.
-Yo lo es todo de ti, te he
observado y me gustas mucho- el muchacho comenzó a acercarse peligrosamente
mientras ella retrocedía hasta chocar contra la pared, no tenía más escapatoria. Sus
manos inmóviles sin poder moverlas por el terror de lo que le pudiera hacer ese
desconocido. Las manos de él empezaron a acariciar su rostro suavemente como si
no se decidiera, hasta que al parecer su conciencia perdió y apoyando un brazo junto a
la cabeza de Tassha para impedir que huya, la tomo por la cintura para
acercarla más a él para después intentar besarla a la fuerza. Entre forcejeos, caen al piso, Tassha quedando debajo aun gritando que por favor no lo hiciera.
Cuando estaba a punto de
darse por vencida, escucho una voz que reconocería en cualquier parte y comenzó
a gritar con ganas renovadas, pidiendo auxilio. Era la voz de Giaccomo, la que había
escuchado a los lejos, que apenas escucho los gritos se acercó a ver que ocurría.
Cuando llego donde estaba Tassha, la encontró en el piso con un chico encima de
ella; la rabia nublo sus sentido y lo cogió por el polo levantándolo en el
aire, y sin pensar ni siquiera en quien era aquel desgraciado comenzó a
golpearlo una y otra vez, con más fuerza.
Tassha aún estaba en el piso
conmocionada por lo que acaba de ocurrir, nunca pensó que eso podía ocurrirle
justo a ella. Cuando por fin pudo reaccionar, frente a ella Giaccomo
golpeaba a ese ser despreciable, pero aunque se lo merecía no podía permitir
que su amigo siguiera golpeándolo de tal manera. Se acercó a Giaccomo y comenzó
a pedirle que parara, que no valía la pena. Él escucho sus palabras y después
de atinarle un par de golpes al sujeto lo dejo tirado y se volvió hacia donde
estaba Tassha.
-¿Estas bien? ¿Te hizo algo?-
pregunto Giaccomo mientras la observaba buscando alguna herida visible.
-Sí, no llego a hacerme nada,
todo gracias a ti- respondió entre lágrimas Tassha, mientras era acogida por los
brazos de su salvador.
Ambos salieron juntos y desde
ese momento Giaccomo no la dejaba sola, pensando que podría ocurrir algo
semejante y él no estar ahí para ayudarla.
Al día siguiente de lo
ocurrido, Giaccomo llego temprano a la Universidad para investigar quién era el
que había buscado a Tassha el día anterior. Pregunto a un vigilante si habían encontrado
a un chico golpeado cerca de los talleres de arte, alegando que era su amigo
para que le dieran la información. Pero no consiguió que alguien le diera un
nombre, nadie había sido encontrado y mucho menos herido.
Días después Tassha se
encontraba sola en la cafetería esperando que Giaccomo se encontrara con ella. Desde lo
sucedido en Arte no había estado sin su compañía y ya era costumbre quedar
siempre para almorzar juntos, o que él la acompañe al paradero.
Mientras esperaba leyendo un
libro, un avioncito de papel llego a su mesa; levanto la mirada buscando quien había
sido el que lo había enviado pero nadie parecía ser el autor del avioncito. Lo
desdoblo lentamente y dentro encontró una nota: “Me las pagaras”, sabía
perfectamente quien era y tenía miedo, no podía negarlo. Pero intentando ser
fuerte se paró y boto el papel a la basura, no quería que su amigo Giaccomo se
preocupara más, suficiente hacía con acompañarla siempre como para que también tuviera
que estar solucionándole todos los problemas.
Las notas siguieron llegando sin
que le cuente a nadie, siempre en clase de filosofía, pero nunca se atrevía
a voltear por el temor de encontrarse con esos ojos negros que la habían asustado tanto, y lo seguían haciendo.
Un día mientras hacían un
trabajo en grupo, lo vio sentado frente a ella como si nunca hubiera hecho
nada. Giaccomo no lo reconoció, se había teñido el cabello de rubio, y ya no estaba
vestido todo de negro. Fue entonces, mientras todo hablaban que se enteró quien
era, Damon Cárdenas estudiante de Economía, igual que ella, compartían clases de
filosofía e historia.
Tassha sabía que no podía hacer
nada para detenerlo, la había asustado pero no había hecho mucho más, así que no
tenía ninguna evidencia del ataque más que su propia palabra, pero no pensaba
quedarse los cinco años aguantando sus amenazas, tendría que buscar una solución
y lo más rápido posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario